Ecuador ingresó hace dos décadas en el reino de la especulación. «Estrechar los cinturones» fue fórmula del monetarismo; la «flotación» o las «bandas cambiarias», su técnica; los ajustes, la virtud. Todo, de espaldas a la producción y la política social, pero «dentro de la ley».
Ecuador necesita recuperar orgullo nacional y optimismo histórico. Hoy, no solo está en cuestión la condición de vida del pueblo sino la existencia misma de la nación y el Estado. Por eso, es imprescindible redefinir lo que sucede. No ha cambiado simplemente la política monetaria.
Ecuador transita lo que ya transitó. Reedita la voracidad del último período. Subsiste la peor tradición del poder y todo el poder de esa tradición.
La mención de la dolarización, no premeditada decisión económica sino argucia política, generó distensión. El gobierno ganó tiempo y sentó otras bases para sus alianzas destinadas al mismo esquema de poder, aunque posiblemente con representantes frescos.