Aunque la consulta surge como síntoma de la evidente descomposición del Estado y la sociedad, las preguntas no aluden al problema esencial del Estado: su reducida representatividad, la ausencia de responsabilidad política, el mercadeo intraestatal de favores, la ineficacia de sus funciones.
La mayoría de noticieros, comentarios y entrevistas ha adquirido algo de la violencia embrutecedora de la TV. El aluvión de datos alucinantes gesta ocupaciones anonadantes. La TV demuestra y exhibe fácilmente seudo verdades-soluciones-técnicas-conocimientos y con ellos perfuma el pronunciamiento social, el eco de su propia voz.
Corría febrero de 1956. Se llevaba a cabo el XX Congreso del PCUS. Jruschov (1894-1971) levantaba una bandera contra los «crímenes de Stalin» y ubicaba la desgracia en las nociones del poder implantado paulatinamente después de la muerte de Lenin (1870-1924).
Ser es estar acorralado Ciorán
Cada vez que una época expira se cree que purga por falta de moral… Y es que concluye primero en el ánimo colectivo. Su descomposición sumerge a los hombres en la superstición, el fanatismo, la caza de brujas, los tribunales del crimen: fuentes refulgentes y simulacros de continuidad de los poderosos que se van.
En el respaldar del asiento de enfrente encontré un texto que lleva el título de esta columna, escrito por Luis Alberto Luna Tobar. Alguien lo había extraído del diario Hoy. Su lectura me embargó durante todo el vuelo de Guayaquil a Quito, y pude reconocer otros tiempos en sus palabras. Lo leí como sigue:
Al concluir la reunión de Quito, el Grupo de Río, que no constituye en sí una organización oficial de Estados, sino apenas una brújula para cada uno de los participantes, evidenció cierta estrechez en su ideología y sus fines, y a pesar de ello significó una crítica espontánea a las relaciones interamericanas, a la OEA…
Más allá de la apariencia ética, de las imputaciones mutuas entre Alberto Dahik y LFC, está presente una disputa, la controversia entre el presente y el pasado en el seno del poder.
La jornada del 10 de Agosto en el Congreso tiene importancia en la evolución política de estos días, evidenció a la minoría que controla el Poder, pero no a los ganadores. La visión del tropel de ánimas en mayoría no es de suyo el interés triunfador, quizás es simplemente su apariencia y su anticipación.
En 1959, Camilo Ponce Enríquez dijo «(…) uno de los mayores males que ha sufrido el Ecuador ha sido el de estériles luchas entre el Ejecutivo y el Congreso. (…) la acción legislativa degenera en actos turbulentos (…) en desordenadas reuniones presididas por la demagogia [que] (…) transforman el santuario de las leyes en club…