Quedaron atrás reclamos reivindicativos y propuestas de un sector de las cámaras que se reconoce ligado a la producción. Este no ha formulado una política que pueda dirigir su disputa contra el aparato financiero-especulativo del Estado.
Un reclamo de racionalidad llama a resolver diferencias accediendo a los planteamientos tributarios del gobierno. Se contraponen a ese llamado, sectores diversos que convocan al cambio de intereses en la dirección del Estado.
La marcha del 8 de abril fue de los gremios de la producción. Protestaron contra las medidas económicas con planteamientos débiles y formas estrechas, lo que redujo el significado de la reclamación ante los ojos de la colectividad que proyectó en ellos sus propios deseos.
Los planteamientos de las cámaras en Guayaquil invocan algunos cambios en la política económica que, al decir de sus exponentes, significarían salir de la depresión. Y es posible que así sea.
Los síntomas del descontento popular se manifestaron como los del magma buscando camino. Día a día se incorporaban millares a la protesta. La memoria amenazaba con volverse combustible.
El lunes 15 de marzo, en cadena de televisión, Jaime Nebot «se pasó» a la oposición. Su intervención desde el punto de vista económico carece de relevancia. En cambio, su instinto de poder lo condujo a actuar donde las circunstancias dictan.
Ecuador transita un momento de parálisis en su economía. Las causas inmediatas de esta situación están ligadas a responsabilidades que se desprenden del Gobierno y el Congreso, en particular, de sus desgastados líderes reales.
Un llamado a la unidad para superar la crisis ocupa el país.
El crimen contra Jaime Hurtado González y sus compañeros, Pablo Tapia y Wellington Borja, corresponde al desmoronamiento de la vieja política. El homicidio contratado sigue siendo una de sus obras.
Se replantea una pregunta tradicional «¿quién manda en Ecuador?». A Mahuad se le atribuye estar sometido al capricho, ilusiones y desventajas que le impone Jaime Nebot.