Obras de una infame alianza financiera

Los atentados de terror en Nueva York aceleraron la militarización de la globalización comandada por la OTAN y el G-8 bajo la brújula de Estados Unidos. La hipotética aproximación entre Estados desarrollados y subdesarrollados se evidenció como un mito.

En este escenario, las políticas monetaria, financiera y crediticia exhibieron la astucia de la política militar global, su política exterior devino práctica al margen del derecho internacional.

Se asumió como escudos las tradicionales Cartas de Intención impuestas desde el FMI a cada Estado subdesarrollado, substitutivas de la política económica; toques de modernidad a la estructura estatal subdesarrollada, privatizaciones o nacionalizaciones, concesiones, control energético; y escrúpulos morales derrotados.

La dolarización ecuatoriana y la convertibilidad argentina han existido esencialmente desde objetivos militares realizados a través de la alianza del FMI y su comunidad financiera con poderosos grupos especulativos criollos y no por acuerdos de política monetaria.

La dolarización ecuatoriana tiene antecedentes, la base de Manta y el Plan Colombia; se suman los programas de concesión energéticos, prejuicios financieros, éticos, ideológicos y el brutal y costoso silencio programado.

El colapso de Argentina es otra obra de la alianza. Ella resuelve elecciones, mandatarios y golpes de Estado, también la criminalidad financiera, el carácter regresivo de la distribución del ingreso, la pólvora que respalda una moneda, la democracia que reincuba esta tragedia y la descapitalización de Estados.

Argentina transita la amargura de no pagar transitoriamente la deuda, pero seguirá endeudándose. Ecuador disfruta el endeudamiento y la dulzura de seguir pagando, gracias a la alianza.

Así, la deuda crece y Ecuador simula crecimiento, 5%, precisan, apoyados en ficciones vinculadas a la construcción del oleoducto de crudos pesados, ventas y recursos imaginarios.

La alegría que expresa el Presidente Gustavo Noboa por el endeudamiento es infantil. Tragedia que reeditan mandatarios usados para la simulación o garantía de la inconciencia que requiere la alianza que los domina. Así, los Estados renuncian a tratar la cuestión de la soberanía y aprenden que “con la soberanía no se come”.

La apariencia de equilibrio en los índices macros cava tumbas y trincheras.

Menem aplicó la convertibilidad desde la proclama de adhesiones bélicas. La dolarización ecuatoriana tuvo el mismo carácter, inmersa en la degradada política del gobierno de Mahuad.

Ecuador y América Latina en la mayoría de los casos no tienen gobiernos nacidos de la voluntad popular, aunque sí de urnas contabilizadas según requerimientos de la alianza y de sus golpes.

Desde la redacción de Clarín (21-12-2001), Marcelo Bonelli, informa que las razones por las cuales el FMI y la gran banca argentina dieron el golpe rebasa la cuestión de la política económica desastrosa:

“la debacle oficial es producto de un aislamiento trágico y recurrente del ex presidente (…) aferrado al incumplible –no hay país en el mundo que lo haga- déficit cero.

“El Consejo de Seguridad de los Estados Unidos envió una misión secreta a Buenos Aires (…) Johanne Wallace, jefa de la Dirección del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad. Wallace se reunió con los tres ministros mas importantes (…) entre el 23 y 24 de julio (…) salió una recomendación concreta para Fernando de la Rúa.

“(…) tenía que cambiar a sus colaboradores inmediatos y formar un nuevo gabinete.

“Se advirtió que el país no había cumplido compromisos asumidos con Washington sobre política internacional, se refería a cuestiones con Colombia y Venezuela.

“Cavallo había perdido su prestigio y su predicamento en Washington y se recomendaba una salida ordenada del ahora ex ministro.

“Había que salir en forma prolija de la convertibilidad con apoyo político.

“Fernando de la Rúa (…) no le dio respuesta (…). Por eso la dureza del Fondo Monetario y también la apatía de la administración Bush.

“Igual discurso tuvo Enrique Iglesias: (…) si Argentina sale de la convertibilidad (…) Washington desembolsará 15.000 millones de dólares para fortalecer las reservas”.

Cavallo había olvidado que esa convertibilidad era también política militar.

La manifestación de masas en los supermercados fue síntoma del extremo debilitamiento de esa nación sometida al FMI y al aparato especulativo.

Eduardo Duhalde asume la Presidencia de la República para cumplir con los mandatos que no cumplió su predecesor. La nueva moneda nacional oscilará en continua devaluación. La moneda devaluable será premisa de otra renegociación de deuda y reducción del riesgo país desde el traspaso de recursos a los acreedores.

Para la alianza, los países latinoamericanos no necesitamos tener monedas convertibles ni estables. A no ser que se trate de la dolarización ecuatoriana o de la convertibilidad argentina.

Por otra parte, el soldado de esta región ha sido moralmente debilitado, ideológicamente empobrecido, políticamente despojado de estrategia e históricamente vaciado de funciones. Ya no sirve para los golpes de Estado requeridos en los años 70. Entonces, las fuerzas armadas debían intervenir contra “el enemigo interno”. Hoy están obligadas a admitir que el Estado debe ausentarse y que Patria y soberanía son palabras obsoletas en el mundo subdesarrollado. El continente va al cambio de administración y esta modificación supone Estados ausentes.

El golpe de Argentina es de la alianza financiera como fue en Ecuador el 22 de enero de 2000.

Esa infame alianza manipula un remedo de Estado y pretende representar un remedo de pueblo, la impotencia de las masas.

La inercia es el presente de ese poder cuya historia es la infamia.