El conflicto tributario con Oxy ha provocado cierta tensión colectiva. Proyecta un síntoma agregado de antagonismos mas hondos: la conversión del territorio ecuatoriano en espacio de libre quehacer de intereses extranjeros y la ausencia del Estado.
Un titular de El Comercio (19 julio, 04), La desidia estatal aupó el fallo, sintetizó la tragedia. El Estado siempre pierde. Esta vez se trata de un epílogo.
Así se llega a cumplir la voluntad de Oxy. Empresa cuya especialización es muy importante en Afganistán, Irak y el triángulo de Colombia, Ecuador y Perú. Controla el OCP y furtivamente el SOTE. Será otra vez asignataria, consignataria o triunfadora en cualquier concurso o ronda petrolera a su nombre o al de sucedáneos.
El Estado perdió perspectiva. Está administrado por un poder alienado que extorsiona y depreda a Ecuador. Desde 1976, hace 28 años, reproduce atraso, subdesarrollo y quejas sin sentido práctico. Debió pensarse en un sistema de contratación menos lesivo. Ahora será mas difícil.
Hace unos días la representante del SRI decía que de cada dólar que Occidental extrae toma para sí 87.5 centavos. Al gobierno le queda 12.5 y de ellos ahora se resta 12 para devolver el IVA. De cada «dólar-Oxy» al Estado le pertenece menos de un centavo. Ese casi centavo en el presupuesto, junto a centavos mas numerosos de otras empresas es absorbido por la deuda externa.
Incluso bajo la interpretación de Oxy que informa una recepción gubernamental del «70% de los ingresos netos», vale decir que el 70% (que ya incorpora el IVA) podría ser 12.5 centavos o uno. Y esto únicamente en ocasionales tiempos de “ingresos netos”.
La capitulación del sistema de representación de intereses nacionales en el Estado es absoluta.
El poder especulativo alcanzó el cenit en el período Mahuad-Noboa-Gutiérrez. Encumbró títeres carentes de autoridad que enajenaron la política y sus principales instituciones. Prototipos de cierta modernidad, «responsables y enérgicos» para poner en vigencia al mes del golpe de Estado del 97 el embaucador Tratado sobre Protección Recíproca de Inversiones con EEUU, cambiar soberanía por exoneraciones ATPDEA, mermar un alza de pensión jubilar o dar fe de supuestas inversiones que se arrogan mafias S.A. Esclavos de alquiler para cualquier función o servicio, cedieron todo y cumplen su necesidad: tener amos y ponérselos a la República.
Una auditoría del OCP y otra de la deuda son imposibles. La fiscalización de esos regímenes empresariales al igual que de las tercerizadoras a su servicio está prohibida. Solo ocurren simulaciones y bendiciones diarias.
Un fallo arbitral nefasto es grave síntoma de sospechosas relaciones del Estado con las empresas. No es cuestión de simple corrupción, es la derrota política. En Ecuador el Estado ha sido vaciado de contenido nacional, está ausente. La depredación externa e interna están garantizadas. El período Mahuad-Noboa-Gutiérrez exhibe el triunfo total del poder especulativo y el enriquecimiento fácil de su chantajeada servidumbre.
La “desidia estatal” es la eficacia del poder.
Formulaciones o silencios de la Procuraduría General del Estado en el período 1997-2004 significaron las mayores pérdidas desde que se fundó el Estado ecuatoriano. Exceptuados ciertos momentos y pronunciamientos del actual Procurador, quien estableció que el Tratado en el que se ampara Oxy “no admite someter a arbitraje temas tributarios” (El Telégrafo, 27 de julio, 04). En consecuencia, laudo arbitral jurídicamente no existe, en este caso.
La política exterior ha sido cedida. Técnicos la reciclan para que huela bien. Asimismo fue subyugada la reforma del aparato estatal cuya intención florece al dar juridicidad a la voluntad que nos guía y legalidad a la irrestricta obediencia de la servidumbre que simula representarnos. La dolarización, el uso del territorio nacional por un ejército extranjero y el TLC no requieren leyes. Basta la diferencia entre patrono y siervo.
Se revalidan coartadas en multiplicidad de emergencias para eludir requisitos legales, continuar el endeudamiento, distribuir recursos entre inútiles consultorías externas y, al fin, contratar con empresas y en los mercados que se nos disponga y, de inmediato, perder la memoria de lo actuado.
El problema ya no se resuelve consolidando partidos políticos cómplices. Ecuador requiere cambiar de poder y de forma de Estado.
La jurisdicción nacional, la soberanía e intereses históricos del pueblo y la nación agonizan.
Mientras tanto, la pretensión de desarrollo económico es ficción; la política soberana, anacronismo y la conciencia nacional, un desecho.