Valor y significación del voto nulo

Es imperioso y trascendente reconocer en el voto nulo un voto válido.

En él, la ciudadanía replantea razones orientadas al cambio, causa del ánimo colectivo que reclama consecuencias.

El régimen político ecuatoriano es un acto fallido de nuestra historia. Fantasía premeditadamente publicitada. Utopía de ayer que enfrenta la degradación de su práctica. Fábula que perdió su encanto.

La población de este país no puede usar su potencial ni su imaginaria fuerza.

El país entero ha sido derrotado.

La colectividad aparece hecha de individuos abatidos en el círculo vicioso de una democracia inerte; sombras cansadas de gritar en un mundo que ya no escucha, donde toda agitación termina en nada.

La “política” de la casta dirigente está tramada con el “lenguaje” de mafias y permanece en la penumbra ante una población, también vencida.

El régimen electoral garantiza el abismo.

La representación política pone en juego su función como si se tratara de un renacimiento. Pero es solo la repetición preestablecida, el sometimiento solapado, la esclavitud del espíritu y los negocios oscuros. En la aridez se comercia destinos, ideas, tiempo, voluntad y la sangre del pueblo, por unos dólares mas.

Leer únicamente los “votos positivos” por tal o cual candidato, mutila el significado del pronunciamiento electoral.

Esta técnica se realiza por los delegados-especialistas de cada partido político (no por jueces electorales) y consiste en contar solo el sí, jamás el no a los candidatos.

Las elecciones van del sí a los “elegidos” a otro sí para sus idénticos hasta cerrar el círculo vicioso del “acto democrático” que convierte al electorado en el eco de una voz ajena y anula el canto del pueblo en el bullicio de la publicidad.

Ante esto, solo caben los frágiles medios para el cambio, los únicos que quedan: conquistar la lectura y reconocimiento de la voluntad manifiesta del electorado.

Entender el significado del voto nulo y valorar históricamente su importancia es admitir el rechazo a las ofertas electorales. Cada vez que este voto se presente como mayoría, debería imponer por lo menos la exhibición de nuevas candidaturas. Si el voto nulo fuese mayor que los dados por A, B o C entonces se repetirían las elecciones.

Nunca más se debe admitir la “aritmética democrática” que desconoce al voto nulo, para colmo incluso cuando éste constituye la mayoría.

Lectura y validez de la totalidad del pronunciamiento electoral es principio fundamental y expectativa de superación de algunas limitaciones de la política presente.

La búsqueda pertenece a los últimos recursos de una racionalidad que va perdiéndose y que, no obstante, aún pospone la violencia.


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